Hola Amig@s!!
Hoy quiero compartir con tod@s una cerámica que he hecho con una técnica japonesa que se llama Rakú, y que sigue un proceso muy interesante de realización.
Tuve la suerte, en 1986, de formarme en esta técnica gracias a un proyecto de investigación sobre la misma, a nivel de esmaltes, pastas carámicas y sistemas de cocción que, la Diputación guipuzcoana me concedió. Pude visitar a grandes maestros de esta técnica y aprender con ellos. Además, su origen zen la hacía muy atractiva y cercana a mi propia espiritualidad.
Primero se construye la pieza, generalmente un cuenco para la ceremonia del té, aunque puede ser cualquier objeto cerámico. En esta construcción se aconseja una actitud meditativa y espontánea, empleando una arcilla especial para el choque térmico que habrá de sufrir.
Tras cocerla a 980º, tanto la arcilla como su cobertura de un esmalte alcalino, también especial, y en este caso muy rico en óxido de cobalto y en carbonato de cobre, y estando al rojo vivo, se saca abruptamente del horno con una larga tenaza, y se deposita en un cubo metálico lleno de serrín. Tras echar más serrín sobre la cerámica, se pone la tapa al cubo, lo cual provoca una reducción atmosférica del oxígeno en su interior, lo cual obliga al oxígeno presente en la arcilla y en el esmalte a ser utilizado en la combustión del serrín debido a su contacto con el esmalte y la arcilla rusiente. Esto genera un tipo de efecto en el esmalte muy particular, con craquelados e irisaciones que no se pueden obtener de otro modo.
Esta técnica exige una gran concentración y causa un estado de gran bienestar, no sólo por su resultado plástico, sino por el proceso en sí mismo, y por el emocionante contacto directo con el fuego.
Además, al emplear esmaltes alcalinos en vez de los de plomo, no hay el riesgo de toxicidad por este peligroso metal, que suele darse en otro tipo de producciones.
Espero que haya sido de vuestro interés.
Hasta otra ocasión.
Miguel Benito