Hace tiempo que tenía ganas de hacer un post sobre la exposición de este escultor, hijo de Chillida y que expone su obra en el atrio de la iglesia gótica del s.XVI de San Vicente, en la Parte Vieja donostiarra. .
Es una exposición de cinco obras de gran formato que permanecerán allí hasta agosto de este año. Están fundidas en bronce y son figurativas de gran realismo y de mucha fuerza expresiva.
Ser hijo de Eduardo Chillida no tiene que ser nada fácil para un escultor, por eso de que la sombra de tal padre es muy alargada. Pero aquí, el hijo se evidencia como un gran artista de sólido peso específico y con un talento y un lenguaje propio, lleno de fuerza y de pasión vital. Esa misma que solo pueden expresarla los supervivientes que han llegado al puro límite de su propia vida, como Eduardo, quien sobrevivió milagrosamente a un accidente de moto en los años ochenta, y que tras una tremenda lucha le permitió elaborar estas esculturas a partir del 2010. Creación y trabajo de modelado realizado con una sola mano, ya que desde el accidente puede operar solo con una de ellas. Lo cual hace todavía más meritoria la construcción de obras tan potentes y de un gran tamaño.
En la parte izquierda del pórtico encontramos las esculturas de una mujer y de un hombre apoyados en sus manos y brazos y que al haber unido ambas esculturas que en origen estaban separadas, han compuesto una en la que ambas figuras dialogan desde el mutuo y compartido apoyo. En lo cual vemos una metáfora de la relación entre ambos sexos, en la que percibimos la independencia de cada uno, sumido en su propia experiencia del momento, pero manteniendo un diálogo corporal desde el contacto.
Justo a la derecha del pórtico encontramos estas maravillosas y poderosas manos.
Las manos, uno de los temas más frecuentes de los escultores, ya que son las herramientas que traducen y expresan el trabajo con el volumen. Manos fuertes y realistas, manos constructoras y humanas, con la textura de los poros, líneas y arrugas. Con los nudillos y uñas, unas manos que permanecen en mutuo e íntimo diálogo. Unas manos que hablan desde la humanidad de su gesto.
Luego tenemos otra que representa el abrazo entre un hombre y una mujer, también con gran fuerza expresiva y reciedumbre formal. Otra expresión del diálogo corporal y afectivo, del encuentro con el otro y gracias a lo cual crecemos y nos hacemos sinérgicamente más fuertes.
Y finalmente, tenemos una mano entreabierta que dialoga sutilmente y en silencio con el éter o que surge en el comienzo de impartir una bendición al mundo en un supremo acto de comunicación generosa.
Y es que dan ganas de situarse frente al halo benevolente y benefactor de tal bendición y de responder a su invitación desde el calor del fuego que late en nuestro corazón. Necesitamos manos así, nuestro mundo necesita imperiosamente la bendición que esta mano transmite, y su palabra silenciosa pero contundente.
Esta exposición me gusta mucho por su ubicación en un lugar emblemático, popular y sumamente concurrido de la ciudad, y porque además permite que toquemos esas obras, modo imprescindible a través de la ósmosis táctil y energética de que la obra de un escultor sea realmente compartida y comprendida, ello en un mundo aceleradamente dirigido a la deificación de la percepción visual como si ésta fuese capaz de penetrar en los poros y resquicios del volumen y en la esencia de su misterio.
Así que amigos, anímense a visitar nuestra ciudad , a disfrutar de nuestra gente y de la excelente gastronomía, y después, como postre, a servirse una ración de caricias estéticas en la textura de los bronces de este artista poderoso.
Tenéis un vído a vuestra disposición en : https://youtu.be/QQbws4u7KXY
Saludos y hasta la próxima ocasión.