Saber esperar es la plasmación del poder de la Esperanza.
Esperar sin esperar nada, quietamente sentado.
Corazón abierto como un cuenco que podría contener el Universo entero.
Manos abiertas, dando todo, tomando todo, sin que ello altere lo más mínimo, el susurro de una brizna de hierba..
Esperar la Esperanza desde la espera, cuando no ha venido todavía.
O eso es lo que parece, y digo parece porque la Esperanza ya está ahí, siempre está ahí, esperando que la esperemos activamente.
Quietamente sentados, recreamos la danza del tiempo, el gozoso y terrible parto universal, el silencio primigenio y la cópula de los dioses, la Forma y el Vacío, el Vacío y la Forma.
La Forma que no es más que Vacío y el Vacío que no es más que Forma.
Misterio por desvelar tras el velo de la vida que todo lo confunde.
Y frecuentemente, el movimiento agita el velo, y la confusión crece.
Por esto es tan importante esperar quietamente sentado, sólamente acompañado por la Esperanza, en esta espera.
Si la Esperanza mueve montañas, ¿como no va a mover un velo?
Se dice que la Esperanza es lo último que se pierde.
Me parece más bien, que es lo primero que llega, y que se queda, aunque a veces se oculte de la Luz, bajo el velo.
Por eso para tales momentos, sugiero una recuperación activa, el cuerpo quietamente sentado, el corazón en las manos, totalmente abierto, y la mente cabalgando la respiración, hasta que se olvide de sí misma.
El movimiento más activo.
Y el más clarificador, para todo...¡ Panacea Universal !
Mikel Benito